martes, 3 de agosto de 2010

Todo comenzó así...

Domingo, 8 de la mañana. Tras un sábado de calor infernal durante el día, esperábamos que por la noche refrescara algo. Pero no, nos tocó vivir el día y la noche más calurosos del año. Imposible conciliar el sueño hasta, más o menos, las 6 de la mañana, cuando los primeros rayos de sol despuntaban al alba...
Sin embargo, ese ruido mecánico y fastidioso, que se va metiendo poco a poco en tu cerebro minándote la moral, sigue sonando. ¡Riiiiing! ¡Riiiiing! Le das un manotazo al despertador, pero el ruido sigue ahí. Dormida, coges el despertador y lo lanzas contra la pared, haciéndolo trizas. Pero el ruido sigue ahí, constante, mazándonte los tímpanos.
Hasta que, por fin, te das cuenta de que es el teléfono. Descuelgas y con voz legañosa dices: "¿Dígame?".
"Seguro que todavía estás en la cama... ¡Y con el día que está! Venga, que en 10 minutos estoy en vuestra casa que nos vamos a la playa..." Tuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!
Ojos desorbitados, boca abierta hasta desencajar la mandíbula, tics incontrolables en cuello, hombro y manos... ¡TE HA DESPERTADO TU SUEGRA! ¡Y TE VIENE A BUSCAR! ¡Y TE VA A LLEVAR A LA PLAYA!
Estás procesando toda esa información cuando escuchas cómo se abre la puerta... "¡HOLA A TODOS!"... Mierda, ya no te acordabas que le habías dejado un juego de llaves por si acaso... ("Cariño, hazme caso. Mejor que tenga unas llaves por si nos hacen falta algún día". "Pero si vive en la otra punta de la ciudad!!!"). Mierda, mierda y 100 veces mierda...
Son las 9 y ya te están metiendo prisa. Ni los días de semana, cuando vas a trabajar, haces tantas cosas en tan poco tiempo. Además, cuentas la incansable labor de tu suegra para que no pares. "Venga, que no tenemos todo el día. Vamos, que no cogeremos sitio. ¿Aún te estás tomando el café? No pensarás ir a la ducha..." Grrrrr... Si aún no han puesto la arena, joer...
Entre pitos y flautas ("vamos, niños, apurando que no llegamos", "no te olvides de la sombrilla, ni de la tumbona, que ya sabes que a mi madre no le puede dar el sol", "la nevera, ¿cogiste la nevera?", "¿otra vez bocata? ¿no podemos comer una tortilla y unas milanesas, como toda la vida? No, que a mi madre le da alergia el huevo...") te dan las 11, la hora en la que tenías planeado levantarte. Sales de casa cargada como una mula, bajas al garaje, abres el coche y empiezas a meter toooooooooooodos los bártulos. "Vamos, apura, que no es tan complicado. Joer, chica, te dan un tetris y ya te pierdes. Estas mujeres de hoy en día, qué poco prácticas que son... Hijo mío, no sé que le viste, ¿eh? Con lo maja y guapa que era Merce, tuviste que enamorarte de ésta." ¿Ésta? Encima, tener que aguantar que te digan eso y que tu "maridito", en un clima de "vamos a aliviar tensiones" responda: "Sí, mamá. Tienes razón, pero una mala noche la tiene cualquiera y a mi me pilló ésta por banda y.... ¿Qué le vamos a hacer?"... Eso, eso, echando más leña al fuego y dándole carnaza al enemigo...
Para rematar la faena, justo antes de salir te suelta: "Oye, que mejor me quedo en casa, que hoy es la final del torneo de mini ping pong y lo dan por la tele y no me lo puedo perder"... ¿Cómo? ¿Me dejas tirada con tu madre y tu te escaqueas? Aaaaaaagggghhh...
Ya estás en marcha. Tu suegra dándole al pico. Los críos, muertos de calor, no paran de decir "¿falta mucho?". Se te ocurre poner la radio. "Nononononó. Que no escucho a mis niños ni ellos a mi". Entonces, el aire. "Pero... ¿qué haces? ¿Estás loca? Tu lo que quieres es que pillemos una neumonía, claro". O sea, si es poca tortura... Además, a 5 km. de la playa ya hay retenciones. "¿No estarás pensando en aparcar ya? De eso nada. Nos acercas a la playa y después vas buscando sitio tu"... Grrrrrrrrrrrrrrr....
2 horas después de dejarlos, conseguiste aparcar y llegas al arenal. Niños, abuelos, suegras, más niños... Ni un centímetro cuadrado donde tirarse un rato al sol. Cuando llegas a tu toalla y te desvistes, escuchas: "Ay, hija. Desde luego, vaya descaro el tuyo. No había un bañador que tapara menos, ¿verdad? Claro, como no viene tu maridito, venga a enseñar..." Que te dan ganas de decir "mejor enseñar lo mío que tus lenguados, que te llegan los pezones al ombligo y nadie dice nada"...
Y así todo el día. Cuando por fin empiezas a estar bien en la playa, te vuelven a decir: "mejor que vayas buscando el coche, que luego se hacen colas y no vamos a llegar a las tantas, que tengo partida de bingo con las amigas y no quiero llegar tarde". Pero si son... LAS 6 DE LA TARDE! Vuelta a recoger y a cargar como una mula. "No pensarás que te acompañemos, ¿verdad? Mejor vas tu a buscar el coche y los chicos y yo te esperamos aquí, tomando algo fresquito en el chiringuito, para no morirnos deshidratados". Lo que te faltaba. Y como no podía ser menos, para casi rematar la jornada, cuando llegas todo el mundo ha decidido marchar, porque resulta que el campeonato de mini ping pong que televisan es famosísimo y da mucho prestigio y todo el mundo quiere verlo.
Calor infernal, un día infernal, una cola infernal... Desesperada, sin radio, sin aire acondicionado, con la voz de grajo marrajo de tu suegra incrustada en los oídos, de repente, tus ojos se abren como platos. HAS VISTO LA LUZ. Tu mirada está fija en un cartel que pone...
Oh, sí. Tus plegarias han sido escuchadas. Por fin has encontrado a alguien que puede hacer justicia. Después de todo, si matan ellos y es por encargo, serán discretos. Te empieza a picar la curiosidad. "¿Cómo lo harán? ¿Será así, de repente? ¿O poco a poco, deleitándose en la crueldad y el dolor? Mejor que parezca un accidente, por lo que pueda pasar. ¿Será muy caro? ¿Qué más da? Al fin y al cabo, lo que me voy a ahorrar en pastillas, antidepresivos y demás..."
Pero no. Tu gozo en un pozo. Cuando te fijas mejor para tomar nota del teléfono ("Decidido. Al fin y al cabo, con el seguro de vida de ese desastre humano que tengo por marido cubro la hipoteca y los estudios de los niños hasta que salgan licenciados...")...